El preocupante incremento de la obesidad infantil en Chile

El preocupante incremento de la obesidad infantil en Chile
La obesidad infantil ha continuado aumentando, en especial desde el año 2009, después de la crisis económica de esos años. Los últimos datos disponibles del Ministerio de Salud, MINSAL, muestran que en los menores de 6 años la obesidad el año 2009 era 9,4% y el 2012 llegó al 10,3%, lo cual es un promedio, ya que de 2 a 3 años la obesidad es aproximadamente de un 6%; de 3 a 4 de un 11%, y de 4 a 5 llega a un 16%. En la JUNAEB, que mide y pesa cada año a todos los niños de 6 años que ingresan a primer año básico, la obesidad llegó al 23,1% el 2010 y el año siguiente a un 22,1%, pero cambió la referencia NCHS con el indicador Peso/Talla por la referencia OMS con Índice de Masa Corporal (IMC), lo cual explica la reducción de un 1%. En un estudio realizado por el INTA en 10 escuelas de la comuna de Peñalolén en niños de prekinder, kínder, primero y segundo básico entre los años 2010 y 2012, se encontró que la obesidad llegó a 28% a fines del 2012 y este año, en la línea de base de escolares de 5 escuelas de la comuna de María Pinto, la obesidad fue de un 27%. Por tercer año consecutivo el SIMCE de Educación Física muestra la mala condición física de nuestros escolares y el incremento de la obesidad infantil. Entre el año 2011 y 2012, la obesidad en octavo año básico según IMC, subió de un 16 a un 18%, el sobrepeso de un 25 a un 26% y sólo un 8% de los escolares logró un nivel satisfactorio en actividad física, lo cual hizo plantear a la Ministra de Educación que estos resultados eran “enormemente preocupantes”. A pesar de todos los esfuerzos realizados en los últimos 10 años, la obesidad infantil sigue incrementándose y las preguntas que surgen son ¿por qué? y ¿qué podemos hacer para detener este incremento? El año 2002 se realizó la intervención en alimentación y actividad física en tres escuelas municipales de la comuna de Casablanca, con una escuela control en Quillota, observándose una disminución de la obesidad de un 47% al final del segundo año de intervención. Esta experiencia se replicó en las comunas de Macul, Puente Alto, Maipú, Estación Central, Santiago Centro, Ñuñoa y Peñalolén, sin que se obtuvieran los mismos resultados que en Casablanca. Peor aún, desde el año 2008 en adelante se observó un aumento de la obesidad infantil en todas las comunas. Ante esto, el INTA solicitó la base de datos de JUNAEB de la región Metropolitana de los años 2007,2008 y 2009 de prekinder, kínder y primero básico y se construyó una cohorte de los mismos niños en esos tres años, comprobándose el aumento de la obesidad del año 2009. La única asociación que se encontró fue con la crisis económica 2008-2009, lo que habría significado un mayor consumo de alimentos con alta densidad energética, pero sin que esta hipótesis se haya podido confirmar. En los años siguientes, la obesidad infantil ha continuado aumentando y no se aprecian signos de que esta situación vaya a disminuir. ¿Cuáles pueden ser las posibles causas de este fenómeno? En primer lugar, no ha existido una política de Estado clara, firme, sostenida, coordinada y dirigida desde el nivel central para hacer frente a la obesidad infantil, como en su tiempo fue la política para enfrentar la desnutrición. En 1998 el Ministerio de Salud creó el Consejo Nacional de Promoción de Salud o VIDA CHILE, que implementó políticas nacionales en alimentación saludable, actividad física, tabaco, problemas psicosociales y ambientales que llegaron a las 341 comunas del país a través de Planes Comunales de Promoción de Salud, creándose las Escuelas Promotoras de Salud, pero estas políticas perdieron vigencia y prioridad para el MINSAL desde la aplicación del programa AUGE el 2005. Luego se implementó el programa EGO-escuelas en 1.000 escuelas de todo el país, sin resultados positivos. La principal causa del escaso impacto logrado en las escuelas ha sido la falta de voluntad política del Ministerio de Educación para apoyar los temas de alimentación y actividad física al interior de las escuelas, los cuales hasta hoy no tienen ninguna importancia por no ser evaluados ni significar beneficio alguno para los docentes ni para la escuela, que tienen como prioridad indiscutible los resultados de la prueba SIMCE en lenguaje y matemáticas. Sin embargo, desde el año 2011 en adelante el Ministerio de Educación se ha interesado en estos temas y el año 2012 el Consejo Nacional de Educación aprobó cambios curriculares que aumentaban las horas de actividad física a 3 o 4 horas semanales y creaba la asignatura de “Educación Física y Salud”; se aprobó la Ley de Composición de los Alimentos y su Publicidad, que en su artículo 4 obliga a las escuelas a educar en alimentación saludable y prohíbe la venta de alimentos con alto contenido de grasas, azúcar y sal al interior de las escuelas; y por último, el año 2013 se promulgó la Ley del Sistema Elige Vivir Sano, cuya misión fundamental es coordinar acciones con los diferentes Ministerios y servicios públicos para desarrollar actividades relacionadas con alimentación saludable y actividad física, especialmente en las escuelas, para prevenir la obesidad infantil. Pese a lo anterior, aún no existe un trabajo estructurado en alimentación y actividad física al interior de cada escuela por falta de directivas claras de MINEDUC, de recursos docentes e infraestructura, y muy especialmente, por falta de participación e interés de los profesores y directivos que no encuentran ningún incentivo para realizarlas. Otro elemento fundamental para el éxito en los temas de alimentación saludable y actividad física en las escuelas, que no ha estado presente en la gran mayoría de las intervenciones, es la participación de los padres. Investigaciones recientes realizadas en el INTA en un proyecto FONDECYT muestran que, por los malos hábitos de alimentación y sedentarismo de los padres, lo aprendido en la escuela se pierde en el hogar. El éxito obtenido en la intervención de Casablanca fue posible porque en comunas pequeñas y al trabajar en las tres escuelas municipales se logró incorporar a toda la comuna y, al mismo tiempo, una mayor participación de los padres. En cambio, en la Región Metropolitana, la preocupación de los padres por lo que sucede con sus hijos en las escuelas pareciera ser menor, como lo demuestra la bajísima asistencia a las reuniones de padres, que muchas veces alcanza sólo al 10% de los apoderados. Además, no hay que olvidar que los actuales padres fueron niños en la década del 80, cuando la crisis económica 1982-1986 golpeó al país de manera brutal, produciendo un 25% de desocupación abierta y un porcentaje similar ocupado en programas de empleo mínimo, con un salario bajísimo, existiendo hambre por falta de acceso de alimentos. Esos niños y actuales padres, no quieren que sus hijos pasen hambre y los llenan de alimentos con alto contenido de grasas, azúcar y sal, especialmente si ese hijo es único, o a lo más son 2 hermanos, por la drástica caída de la fecundidad que llegó a 1,89 el año 2011, estando por debajo de la tasa de reemplazo que es 2,1, cifra mínima de hijos para que reemplacen a sus padres. Un profesor lo expresaba de manera simple: “Antes, darle golosinas y bebidas gaseosas a los hijos era una excepción y se hacía sólo los fines de semana o en fiestas. Hoy le dan esas cosas todos los días y a toda hora”. Las políticas públicas son importantes. Para ello, es fundamental implementar las leyes de Composición de los Alimentos y su Publicidad y la del Sistema Elige Vivir Sano y aprobar la ley que crea el Ministerio del Deporte. También es necesario dotar de profesores de educación física e implementos a las escuelas para que puedan aumentar las horas de educación física; mejorar la oferta de alimentos saludables y prohibir la venta de alimentos no saludables como snacks salados y dulces, golosinas, helados bebidas gaseosas y jugos azucarados, galletas, completos, sopaipillas y papas fritas al interior de las escuelas; regular la publicidad y cumplir con la rotulación de los alimentos “altos en” sal, azúcar, grasas saturadas y calorías. Pero, por muy importantes que sean las políticas públicas, en especial las que deben realizarse en las escuelas, es imprescindible incorporar a la familia en estos temas, los que deben ser tratados en reuniones de padres, consejos escolares, actividades extra programáticas y otras instancias. Esto, para que los padres se hagan cargo de que sus hijos se alimenten en forma saludable, vean menos televisión, permanezcan menos tiempo frente al computador y hagan actividad física en forma regular y sistemática. Sin el apoyo de los padres e incorporación de la familia en alimentación saludable y actividad física, la obesidad infantil y mala condición física de los escolares chilenos seguirá aumentando en los próximos años. Dr. Fernando Vio del Rio Profesor Titular INTA - U. de Chile

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