Después de varios años de encierro, este año tenemos nuevamente la posibilidad de celebrar el 18 de septiembre. Esta es una época en que se reúne la familia y los amigos alrededor de una parrilla, a compartir una buena comida junto con un buen vaso de vino chileno. Pero algunos nos tenemos que cuidar, así que revisemos cómo podemos celebrar nuestras fiestas patrias, sin tener consecuencias desagradables.
Los últimos estudios realizados en el INTA muestran que, en la vida diaria, casi un tercio de la población adulta sufre molestias después de comer. Estas son las llamadas intolerancias alimentarias. Pueden ser muy variadas y de distinta intensidad, pero tienen en común que molestan y generalmente impiden pasar un buen momento. El cuerpo humano tiene una capacidad bastante robusta para digerir alimentos; pero tiene sus límites. Cuando sobrepasamos estas capacidades viene la resaca y las carreritas al baño. Desgraciadamente, esta secuencia de exceso de ingesta y luego aparición de síntomas es inevitable, depende en buena parte de la cantidad que ingerimos cada vez, y de la frecuencia con que consumimos ciertos alimentos.
Por eso queremos compartir algunas sugerencias de cómo pasarlo bien, sin caer -de seguro- en que las semanas que sigan a los feriados nos sintamos fatal por los excesos cometidos al comer. No se trata de ponerse a dieta justo cuando lo podíamos pasar muy bien. Lo que hay que tener presente es que, si una empanada y un vaso de vino nos vienen bien a todos, si les agregamos uno o dos choripanes ¿y qué tal una segunda empanada, más vino y postres? De seguro pagaremos la cuenta. Un buen dato es poner atención en la cantidad de comidas que ingerimos en cada ocasión. Limitemos el tamaño del choripán y así podemos agregar la empanada sin problemas, y no olvidemos agregar una ensalada, que siempre nos aporta buena calidad de nutrientes y, además, en este caso, nos dará mayor sensación de saciedad y así nos sugerirá que terminemos la ingesta.
Dentro de las intolerancias alimentarias, cerca del 4% de las personas que asocian sus molestias al consumo de gluten debido a la enfermedad celíaca, merecen atención especial. Para ellos la situación de “comer fuera de casa” siempre implica riesgos, por lo que están habituadas a privilegiar las comidas en casa, donde se sabe exactamente qué contiene lo que se come. Pero en las fiestas que vienen tenemos que caber todos…. todos queremos salir a festejar. ¿Cómo hacerle el quite al gluten que puede ir oculto en embutidos, masas, picoteos, etc.? Hay que aplicar más que nunca lo que sabemos hacer, extremar las prácticas que sabemos que nos protegen. Cuando compramos alimentos, elegir aquellos que portan un logo que acredita que es libre de gluten; si salimos a comer fuera, elegir lugares que sabemos que son confiables, que ojalá ofrezcan solamente preparaciones sin gluten, y si alguien nos ofrece “esto lo hice yo mismo y no tiene gluten”, recordar que la mayoría de las veces esa persona alude a que no usó harina de trigo, pero no tiene idea de cuantas veces puede haber contaminado el producto o el plato mientras los preparaba. Y acordarse de que hay que evitar la cerveza corriente, la libre de gluten es más cara así que es mejor apegarse al buen vaso.
El exceso de alcohol lo conocemos bien y sabemos que beber más de la cuenta no solo nos pasa la cuenta en peso sino en intensidad y duración de la resaca. Y aquellos que les gusta comer harto y eligen productos dietéticos para no engordar tanto, recordar que este tipo de productos contienen abundantes hidratos de carbono y alcoholes especiales como aditivos, que se absorben mal y que, consumidos más allá de ciertos límites, siempre hinchan, producen flatulencia y diarrea.
¡Así es que, a comer rico, cuidarse y sacarle el jugo a este 18 de septiembre!