Los beneficios del ejercicio para la salud mental

Los beneficios del ejercicio para la salud mental

Muchas veces se piensa que el ejercicio se trata sólo de capacidad aeróbica y tamaño de los músculos, lo cual es un error. Por supuesto que puede mejorar nuestra condición física, ayudarnos a perder centímetros de cintura, hacer más placentera nuestra vida sexual y convertirnos en personas más longevas. Pero no es eso lo único que motiva a las personas a mantenerse activas.

A quienes lo practican con regularidad, el ejercicio les proporciona una gran sensación de bienestar. Nos hace sentir con más energía durante el día, dormir mejor por la noche, tener recuerdos más nítidos, y sentir más relajo y positividad frente a los desafíos de la vida. Y eso no es todo: el ejercicio es también una poderosa ‘medicina’ para muchos problemas comunes de salud mental. El ejercicio regular puede tener un impacto profundamente positivo en la depresión, la ansiedad y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). También alivia el estrés, mejora la memoria, aumenta la calidad del sueño, y mejora nuestro estado de ánimo. La buena noticia es que no necesitamos ser unos fanáticos del fitness para obtener estos beneficios. La investigación científica muestra, cada vez más, que cantidades e intensidades moderadas de ejercicio pueden hacer una gran diferencia.

Depresión

Varios estudios muestran que el ejercicio puede tratar la depresión leve a moderada con la misma eficacia que los fármacos antidepresivos, evitando los efectos secundarios asociados a estos. Un estudio publicado en la revista de la Asociación Médica de Estados Unidos, JAMA Psychiatry, en 2019, a cargo de Karmel Choi de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, mostró que correr 15 minutos al día o caminar una hora diaria reduce el riesgo de depresión mayor en un 26% [1]. Además, la investigación también mostró que mantener un horario de ejercicio puede evitar recaídas.

Las razones por las que el ejercicio promueve estos efectos en pacientes con depresión tienen que ver con cambios estructurales y fisiológicos en el cerebro. El ejercicio promueve la creación de nuevas neuronas, proceso que conocemos como neurogénesis, que permite reemplazar aquellas que ya no son funcionales. Vale la pena señalar que este proceso se ha observado incluso en personas mayores físicamente activas, así que la edad no es una excusa para sustituir la comodidad del sofá por algo de actividad física [2].

También se ha reportado que el ejercicio ayuda a reducir la neuroinflamación. Diversos estudios sugieren que los pacientes con trastorno depresivo mayor tienen aumentada la actividad de varias moléculas pro-inflamatorias, como el factor de necrosis tumoral alfa (TNFα), y las interleuquinas IL-1β, IL-6, e IL-2R.

Finalmente, el ejercicio produce sentimientos de calma y bienestar, asociados a la liberación de hormonas y neurotransmisores. Entre las más conocidas están las endorfinas, unas proteínas pequeñas que tienen una estructura química muy parecida a la morfina, y que son producidas por nuestro organismo; por eso las llamamos ‘morfina endógena’. Tener elevadas las endorfinas es muy positivo para la ‘felicidad’ de las personas, ya que al ser similares a los opiáceos tienen un efecto analgésico y de sensación de bienestar, pero sin contraindicaciones.

Ansiedad

El ejercicio también actúa como un tratamiento natural y eficaz contra la ansiedad. Alivia la tensión y el estrés, aumenta la energía física y mental, y mejora el bienestar, igualmente mediante la liberación de endorfinas [3]. Cualquier actividad que propicie el ponerse en movimiento puede ayudar; pero se obtendrá un beneficio mayor si se es capaz de prestar atención a la actividad que se desarrolla, así como a las sensaciones que produce el ejercicio. Por ejemplo, procurar sentir los pies golpeando el suelo, el ritmo de la respiración, o la sensación del viento en el rostro. Al agregar este elemento de atención plena (mindfulness), enfocándose realmente en su cuerpo y cómo se siente mientras hace ejercicio, mejorará su condición física más rápido y podrá interrumpir el flujo de preocupaciones y angustia que caracterizan el desorden por ansiedad.

Los ejercicios que involucran movimientos cruzados y que involucran brazos y piernas, como caminar, correr, nadar, hacer pesas o bailar, son algunas de las mejores opciones para quienes tienen o han tenido trastorno por ansiedad. También se ha demostrado que las actividades al aire libre como senderismo (trekking), vela, ciclismo, escalada, rafting y esquí reducen los síntomas de esta condición de salud mental.

Trastorno por déficit de atención con hiperactividad

Hacer ejercicio con regularidad es una de las formas más fáciles y efectivas de reducir los síntomas del TDAH y mejorar la concentración, la motivación, la memoria y el estado de ánimo [4]. La actividad física aumenta inmediatamente los niveles de dopamina, norepinefrina y serotonina del cerebro, neurotransmisores que portan información desde los lóbulos frontales a las demás zonas del cerebro y viceversa, favoreciendo respuestas cognitivas adecuadas y el control de impulsos. La dopamina tiene que ver con el placer, la motivación, la recompensa y la cognición; la serotonina, con el control del estado del ánimo y las emociones; y la norepinefrina, con los procesos de atención, principalmente. El ejercicio, al favorecer la síntesis de estos neurotransmisores en cantidades fisiológicamente equilibradas, funciona de la misma manera que los medicamentos para el TDAH, como Ritalin y Adderall, pero sin sus efectos colaterales.

Cuánto ejercicio hacer: derribando algunos mitos

A estas alturas surge la pregunta: ¿Cuánto ejercicio debemos realizar para darle un impulso a nuestra salud mental? La respuesta, ciertamente, dependerá de la edad, aunque en la realidad, no es tanto como uno podría creer. No es necesario encerrarse horas en un gimnasio o pasar toda la toda la tarde arriba de una trotadora. Se pueden conseguir todos los beneficios para la salud física y mental ya con 30 minutos de ejercicio moderado cinco veces a la semana. Además, esto se puede distribuir en dos sesiones de ejercicio de 15 minutos o tres de 10 minutos.

La recomendación para niños y adolescentes es más exigente: 60 minutos diarios de ejercicio de intensidad moderada a vigorosa, que también se puede distribuir en bloques. Lo que la evidencia ha podido establecer es que se obtienen más y mejores beneficios cuando se combina el ejercicio cardiorrespiratorio con el ejercicio muscular.

Si eso todavía resulta intimidante, no hay que desesperar. Incluso unos pocos minutos de actividad física son mejor que nada. Se puede comenzar con sesiones de 5-10 minutos, y aumentar lentamente su tiempo. Cuanto más ejercicio se haga, más energía se tendrá, por lo que eventualmente nos sentiremos listos para un poco más. La clave es comprometerse a realizar alguna actividad física moderada la mayoría de los días.

A medida que el ejercicio se convierta en un hábito, podemos agregar paulatinamente minutos adicionales, o añadir o probar nuevos ejercicios. Por supuesto, debemos evitar fijarnos metas poco realistas. Si lo que se desea es recuperar el hábito del ejercicio, lo mejor es plantearlo como una carrera de fondo (de larga distancia) y no pretender dar el sprint (a toda velocidad) en la primera sesión, porque seguramente se pasará muy mal, además de ser peligroso.

Las investigaciones muestran que los niveles moderados de ejercicio son los mejores para la mayoría de las personas. Moderado significa respirar un poco más pesado de lo normal, pero sin quedar sin aliento. Por ejemplo, uno podría charlar con un compañero de caminata, pero no cantar fácilmente una canción, y segundo, sentir el cuerpo más cálido al moverse, pero no sobrecalentado ni muy sudoroso.

Deportistas de fin de semana: ¿amigo o enemigo?

El verdadero enemigo es el sedentarismo. Si una persona no tiene tiempo de ejercitarse durante la semana, evidentemente es mejor ejercitarse uno o ambos días del fin de semana. Un estudio reciente en el Reino Unido mostró que las personas que desarrollan sus rutinas de ejercicio en una o dos sesiones durante el fin de semana experimentan casi tantos beneficios para la salud física y mental como quienes hacen ejercicio con mayor frecuencia [5]. Lo importante es la regularidad, y que el ejercicio sea de intensidad moderada. Por supuesto, si se trata de una persona que está retomando la actividad física después de mucho tiempo de inactividad, debe someterse a una evaluación clínica previa.

Referencias

  1. Choi KW, et al. Assessment of Bidirectional Relationships between Physical Activity and Depression among Adults: A 2-Sample Mendelian Randomization Study. JAMA Psychiatry. 2019; 76(4): 399-408. doi: 10.1001/jamapsychiatry.2018.4175.
  2. Saraulli D, et al. The Long Run: Neuroprotective Effects of Physical Exercise on Adult Neurogenesis from Youth to Old Age. Curr Neuropharmacol. 2017;15(4):519-533. doi:10.2174/1570159X14666160412150223
  3. Schuch FB, et al. Physical activity protects from incident anxiety: A meta-analysis of prospective cohort studies. Depress Anxiety. 2019; 36(9):846-858. doi: 10.1002/da.22915.
  4. Mehren A, et al. Physical exercise in attention deficit hyperactivity disorder – evidence and implications for the treatment of borderline personality disorder. Borderline Personal Disord Emot Dysregul. 2020;7:1. doi:10.1186/s40479-019-0115-2
  5. O’Donovan G, et al. Association of “Weekend Warrior” and Other Leisure Time Physical Activity Patterns With Risks for All-Cause, Cardiovascular Disease, and Cancer Mortality. JAMA Intern Med. 2017;177(3):335-342. doi: 10.1001/jamainternmed.2016.8014.

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