Roberto Bravo Sagua, Profesor Asistente, Unidad de Nutrición Pública, INTA – Universidad de Chile
El envejecimiento es un proceso multidimensional, que consiste en el declive progresivo de las funciones físicas y mentales de un individuo. Es universal. Viene aparejado de múltiples transformaciones asociadas a la edad, como el crecimiento de la familia, cambios en la situación laboral y una amplísima heterogeneidad de trayectos de vida únicos. Y uno de los aspectos transversales y fundamentales para mantener una buena calidad de vida durante el curso del envejecimiento es la salud.
Sabido es que las etapas más tardías del envejecimiento frecuentemente están asociadas a debilidad física. Esto se debe a que, a lo largo de nuestra vida, los músculos se van regenerando, ya que poseen células madre dedicadas a ello. Con el tiempo, las células madre se van agotando, y así, se abre paso la pérdida de la musculatura y la debilidad física. Podríamos decir que este es uno de los ejes del envejecimiento [1].
Por otro lado, un problema de salud que amenaza la calidad de vida durante el envejecimiento, es el deterioro cognitivo, que se manifiesta como pérdida de la memoria o desorientación, entre otros, lo cual trae dificultades para realizar actividades de la vida diaria y pérdida de la autonomía. A diferencia de los músculos, la arquitectura cerebral hace que el proceso de regeneración sea limitado. Por tanto, en el caso de las funciones cerebrales, es la muerte de neuronas la que se va acumulando, llevando finalmente al desgaste de las funciones mentales. Tenemos aquí otro eje del envejecimiento [2].
Y como tercer eje, tenemos el declive del sistema inmune, conocido como inmunosenescencia, en el cual el sistema inmune se vuelve progresivamente menos eficiente, exhibiendo así una menor capacidad de regeneración y de proteger al cuerpo de patógenos. Por ello, muchas veces el envejecimiento se asocia con una mayor susceptibilidad a enfermarse. La acción del sistema inmune se basa en el reconocimiento de daño seguido por una respuesta de “alarma” que conduce a la eliminación de la fuente del daño y posterior restitución de la homeostasis. La inmunosenescencia conduce a que esta señal de alarma, que conocemos como inflamación, no se apague, y mantenga a las células del cuerpo en constante respuesta defensiva. A la larga, ello impide que cumplan su función normal, provocando un deterioro generalizado de las funciones orgánica –en inglés, conocido como -inflammaging–. He aquí un tercer eje del envejecimiento [3].
Y como un cuarto eje, que ha emergido con fuerza en los últimos años se encuentra el metabolismo. Este corresponde a las transformaciones químicas que experimentan las moléculas dentro del organismo, las cuales, por un lado, proporcionan la energía para realizar las todas las funciones vitales, y por otro, proporcionan moléculas que sirven de “ladrillos” para el construir nuevas células, el crecimiento celular, o bien la reparación de células dañadas. Las vías metabólicas son altamente dinámicas, y varias veces las células pueden alternar entre una u otra, para adaptarse a su entorno. Contamos así con cierto grado de “flexibilidad metabólica”, que es necesaria para mantenerse saludable. En forma generalizada, con el paso del tiempo y el desarrollo de enfermedades, el metabolismo energético celular se va apagando, disminuyendo la capacidad adaptativa de los organismos. Por eso, íntimamente asociada con la edad está la aparición de enfermedades metabólicas como diabetes y sus complicaciones. Un verdadero cuarto eje del envejecimiento [3].
Pero el panorama es aún más complejo, pues la respuesta inflamatoria es capaz de modular el metabolismo celular. Después de todo, para defenderse y reparar, es necesario que el metabolismo se encuentre en sintonía con la magnitud de la tarea. Por otro lado, en la actualidad es posible medir el metabolismo energético del organismo, el cual puede actuar como reflejo del estado de salud física y mental en la vejez [4,5]. Esto no es sorprendente, pues tanto las neuronas como las células musculares tienen altas demandas energéticas, y son especialmente sensibles al deterioro metabólico.
Así, estos cuatro ejes propuestos del envejecimiento están estrechamente relacionados y deben encontrarse en armonía para la mantención de la salud. Y es, con el tiempo, el desequilibrio entre ellos una importante amenaza a la calidad de vida asociada a la salud durante el envejecimiento.
Referencias
1. Pérez, Viviana, & Sierra, Felipe. (2009). Biología del envejecimiento. Revista médica de Chile, 137(2), 296-302. https://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872009000200017
2. Martínez-Tapia, Ricardo Jesús, Estrada-Rojo, Francisco, Hernández-Chávez, Alonso Alejandro, Barajas-Martínez, Antonio, Islas Escoto, Santiago, Navarro, Luz, & Chavarría, Anahí. (2018). Neuroinflamación: el ying-yang de la neuroinmunología. Revista de la Facultad de Medicina (México), 61(5), 44-53. Recuperado en 19 de abril de 2022, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0026-17422018000500044&lng=es&tlng=es.
3. Chen G, Yung R. Meta-inflammaging at the crossroad of geroscience. Aging Med (Milton). 2019 Sep 8;2(3):157-161. doi: 10.1002/agm2.12078. PMID: 31942529; PMCID: PMC6880720.
4. Tyrrell DJ, Bharadwaj MS, Van Horn CG, Marsh AP, Nicklas BJ, Molina AJ. Blood-cell bioenergetics are associated with physical function and inflammation in overweight/obese older adults. Exp Gerontol. 2015 Oct;70:84-91. doi: 10.1016/j.exger.2015.07.015. Epub 2015 Jul 29. PMID: 26226578; PMCID: PMC6471587.
5. Michalak S, Florczak-Wyspia?ska J, Rybacka-Mossakowska J, Ambrosius W, Osztynowicz K, Baszczuk A, Kozubski W, Wysocka E. Mitochondrial Respiration in Intact Peripheral Blood Mononuclear Cells and Sirtuin 3 Activity in Patients with Movement Disorders. Oxid Med Cell Longev. 2017;2017:9703574. doi: 10.1155/2017/9703574. Epub 2017 Sep 10. PMID: 29081897; PMCID: PMC5610844.
