La lluvia incierta

La lluvia incierta

Por Patricio Aceituno G., Profesor Emérito, Departamento de Geofísica, Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas - Universidad de Chile

La lluvia, o más bien la falta de lluvia, se ha instalado como una preocupación permanente entre los habitantes de la zona central del país. Una larguísima sequía, que ya se extiende por 13 años y que amenaza con restricciones más o menos severas en la disponibilidad del recurso hídrico ha llevado a algunas personas a plantearse incluso la posibilidad de emigrar en busca de lugares más húmedos en el sur del país. ¿Será este escenario de menor precipitación algo permanente en el futuro? ¿es solo el cambio climático de origen antropogénico la causa de este fenómeno?

Cada región del país tiene su propia normalidad pluviométrica, muy distinta una de otra, a la cual se han adaptado sus habitantes, así como su flora y fauna. Si no consideramos la zona altiplánica de la región más septentrional, donde la precipitación se concentra en el verano, se puede afirmar que en el tercio norte del país la lluvia es de muy rara ocurrencia, que en la región central ésta se observa en episodios que se presentan mayoritariamente en el invierno, y que más al sur, en la región expuesta hacia el océano Pacífico, la abundante precipitación es parte natural del paisaje a lo largo de todo el año.  Este artículo se refiere específicamente a lo que está ocurriendo con el régimen pluviométrico en la región central del país, aproximadamente entre La Serena y Concepción.

El régimen pluviométrico en Chile central se caracteriza por una significativa variabilidad natural que se manifiesta en diversas escalas temporales, desde la intraestacional, cuando por ejemplo meses anormalmente lluviosos y secos se alternan durante el periodo de lluvias invernales, hasta las escalas de tiempo interanual, interdecadal y secular. Uno de los factores más estudiados de la variabilidad interanual de la precipitación en Chile central es la Oscilación Austral, con sus dos fenómenos asociados: El Niño, caracterizado por la temperatura superficial del mar anormalmente alta en el Pacífico ecuatorial y el anticiclón del Pacífico suroriental frente a la costa de Chile más débil de lo normal, y La Niña, cuando estas anomalías oceánicas y atmosféricas son de signo opuesto. Los registros pluviométricos disponibles desde mediados del siglo XIX permitieron comprobar que los inviernos tienden a ser anormalmente lluviosos durante los eventos El Niño y más secos que lo normal durante los episodios de La Niña. Más aún, ciclos en la escala de décadas que caracterizan la variabilidad interdecadal del sistema océano – atmósfera en la región del Pacífico, marcados por una mayor frecuencia de eventos El Niño o de La Niña, dan cuenta de la variabilidad del régimen pluviométrico en esta escala temporal.  Sin embargo, por causas hasta ahora desconocidas, la vinculación entre la Oscilación Austral y la precipitación en Chile central se ha debilitado significativamente en las dos décadas más recientes, siendo la evidencia más clara de esta situación el déficit pluviométrico registrado el 2015 cuando ocurrió un evento El Niño de gran intensidad.

¿Es posible asegurar que la larga sequía que el país experimenta en la zona central es solo una manifestación regional del cambio climático global asociado a factores antropogénicos? Una taxativa respuesta afirmativa a esta interrogante, como a veces se suele observar en medios de comunicación, ignora evidencias históricas que dan cuenta de la ocurrencia de situaciones similares a la actual, en tiempos cuando la actividad humana aún no incidía de un modo significativo sobre la evolución del clima planetario y regional. Un primer ejemplo, es la sequía que se extendió por 13 años entre 1770 y 1782, que concluyó en el invierno de 1783 con la más desastrosa inundación del siglo XVIII en Santiago (Taulis, 1934; Vicuña Mackenna, 1877). El segundo ejemplo es el prolongado ciclo de años relativamente secos previos a 1877. Ese año ocurrió un mega evento El Niño que provocó intensas precipitaciones e inundaciones en Chile Central durante el invierno y alteraciones climáticas en todo el planeta que dejaron una secuela de millones de personas fallecidas (Aceituno et al. 2009).

Sin embargo, no cabe duda que el factor antropogénico juega un rol significativo en la persistente sequía que se extiende desde 2010. La única herramienta disponible que permite proyectar hacia el futuro con un grado razonable de confiabilidad la magnitud de los cambios climáticos a nivel global y regional por causas antropogénicas son los modelos climáticos. Conjuntamente con el acelerado avance en la capacidad de cálculo de los supercomputadores, éstos se han desarrollado y perfeccionado a lo largo de los últimos 40 a 50 años en algunas decenas de grandes centros de investigación sobre el sistema climático planetario, por cierto ninguno de ellos en Sudamérica. Al respecto, un estudio reciente en el Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile, que está basado en proyecciones de un conjunto de modelos climáticos, permitió concluir que solo del orden de un tercio del déficit de precipitación observado durante los años más recientes en Chile central puede ser atribuido al factor antropogénico (Garreaud et al., 2019), de lo cual se concluye que la variabilidad natural del sistema climático sigue siendo muy determinante en la evolución de la precipitación en esta región. En todo caso, se debe tener presente que esta conclusión no considera la incertidumbre en la proyección que los modelos climáticos entregan sobre la magnitud del déficit pluviométrico negativo asociado a los cambios en la circulación atmosférica regional como resultado del sostenido aumento de los gases de efecto invernadero a nivel planetario, pudiendo ser la fracción mencionada un poco mayor o menor.

Con todo, y aceptando que factores naturales de la variabilidad climática continúan siendo los principales responsables de la larga sequía que nos afecta, es necesario destacar que a diferencia de otras regiones del continente, para las cuales las proyecciones de los modelos climáticos divergen respecto del sentido del cambio (aumento o disminución) en la precipitación futura, para Chile central la mayoría de los modelos coincide en proyectar una disminución de la precipitación del orden de -30% durante el presente siglo respecto del promedio observado a fines del siglo anterior, si no se adoptan medidas para disminuir la emisión global de gases de efecto invernadero. Esta concordancia entre los escenarios pluviométricos que anticipan los modelos climáticos, sumado al cambio proyectado en la estacionalidad del régimen fluviométrico en respuesta al calentamiento de la atmósfera, que se traducirá en un aumento (disminución) en la proporción de la escorrentía invernal (estival) de los ríos andinos respecto del total anual, es motivo suficiente para un urgente replanteamiento de la política pública sobre uso del recurso hídrico y de su almacenamiento.

Referencias

  • Aceituno P., Prieto M. de R., Solari M.E., Martínez A., Poveda G., Falvey M., 2009. Climatic Change, 92:389–416. DOI 10.1007/s10584-008-9470-5
  • Garreaud R.D., Boisier J.P., Rondanelli R., Montecinos A., Sepúlveda H.H., Veloso-Aguila D., 2019. The Central Chile Mega Drought (2010–2018): A climate dynamics perspective. Int. J. of Climatology. DOI: 10.1002/joc.6219.
  • Taulis, E., 1934. Acerca de la distribución de la precipitación en Chile. Materiaux pour l'etude des calamités, 33, pp. 3-20 (en francés).
  • Vicuña Mackenna B., 1877. El Clima de Chile Editorial Francisco de Aguirre, 1970.

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