Los alimentos marinos, como pescados y mariscos, son reconocidos por ser una fuente esencial de ácidos grasos omega-3 de cadena larga, en especial el EPA (ácido eicosapentaenoico) y el DHA (ácido docosahexaenoico). Estos nutrientes son fundamentales para la salud, desempeñando un papel crucial en la prevención de enfermedades cardiovasculares, la mejora de la salud mental y el cuidado del sistema cognitivo. Incluso, investigaciones sugieren su potencial beneficio en el tratamiento de la COVID-19 debido a sus propiedades antiinflamatorias y anticoagulantes.
En Chile, aunque existe información sobre el aporte de grasas de los alimentos marinos, los estudios específicos sobre su contenido en EPA y DHA son escasos. Sin embargo, varios trabajos realizados en el Laboratorio de Lípidos del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile han arrojado datos importantes sobre el perfil de ácidos grasos omega-3 en pescados y mariscos consumidos en el país. Los resultados evidencian que los niveles de estos nutrientes varían significativamente según el tipo de especie, subrayando su relevancia en la dieta chilena. Más detalles sobre estos perfiles pueden consultarse en el siguiente link de acceso libre: Quantification and Distribution of Omega-3 Fatty Acids in South Pacific Fish and Shellfish Species.
Por otra parte, es importante resaltar que aproximadamente el 50% del peso de los pescados procesados en la industria pesquera se convierte en subproductos como cabezas, vísceras y espinas. Estos, generalmente descartados o utilizados para harinas y fertilizantes, representan una oportunidad aún poco aprovechada para obtener aceites ricos en ácidos grasos omega-3.
El profesor Miguel Ángel Rincón, jefe del Laboratorio de Lípidos del INTA, señala que el empleo de estos subproductos no solo incrementaría la sostenibilidad de la cadena alimentaria, sino que también reduciría impactos ambientales y respondería a la creciente demanda global de ingredientes saludables, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
Un estudio reciente del Laboratorio de Lípidos del INTA analizó el contenido de EPA, DHA, vitamina E, colesterol y escualeno en filetes y subproductos de especies clave como la anchoveta, la caballa y el jurel. Los resultados de este trabajo pueden consultarse en el siguiente link de acceso libre: Analysis of Fatty Acid Profile, α-Tocopherol, Squalene and Cholesterol Content in Edible Parts and By-Products of South Pacific Wild Fishes.
Según el profesor Rincón, los datos obtenidos destacan el potencial de la valorización de subproductos marinos para generar aceites y concentrados de omega-3, abriendo una oportunidad de innovación sostenible para la industria chilena. Esta visión no solo promueve una dieta saludable, sino también un modelo de desarrollo más consciente y respetuoso con el medio ambiente.