La importancia de la microbiota (población microbiana presente en los diferentes ecosistemas en el cuerpo) en la maduración del sistema inmune del recién nacido, en su desarrollo y en el equilibrio de su salud – enfermedad gastrointestinal es indiscutible. Por años se pensó que la leche materna era estéril. Sin embargo, hoy en día se sabe que transporta una importante cantidad de bacterias útiles que colaboran estrechamente en la conformación de la microbiota futura del lactante. Esto, junto a todos sus demás beneficios, confirman que la leche materna es la mejor forma de alimentar a un recién nacido (RN). La microbiota de la glándula mamaria es única, y son múltiples los factores que convergen para su conformación. Su adecuado establecimiento generan factores protectores para la vida futura, permite la colonización temprana, la cual confiere un sinnúmero de beneficios y tiene un impacto en la salud infantil y en la modulación de determinadas enfermedades a largo plazo. La lactancia materna confiere protección frente a enfermedades de distinta índole, ya sea durante su primer período de inmadurez inmunológica general y mucosal del recién nacido, como en el futuro del niño. La leche materna contiene anticuerpos de IgG e IgA (Inmunoglobulinas G y A) que protegen al recién nacido de forma pasiva frente a infecciones.
Composición de la leche materna
Si consideramos sucomposición nutricional, la leche materna es altamente específica e idónea para el niño, ya que constituye un importante aporte de oligosacáridos prebióticos, hidratos de carbono que favorecen el crecimiento de determinadas especies de microorganismos, especialmente bifidobacterias, contribuyendo así a su proliferación en el intestino. Por otra parte, la leche materna contiene más de 1.000 millones de microorganismos por 800 ml de leche (que es la producción diaria aproximada a partir del primer mes de lactancia). Contiene sobre todo bifidobacterias, y también otras especies en menor cantidad, como lactobacilos, estreptococos, estafilococos, enterococos y enterobacterias.
Recomendaciones
Una de las recomendaciones de la European Society for Paediatric Gastroenterology, Hepatology and Nutrition (ESPGHAN) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) con respecto a la alimentación de los lactantes, es conseguir una lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de edad, considerándola como una meta deseable. De los seis meses hasta los dos años, la OMS recomienda continuar, cuando sea posible, la lactancia materna asociada a alimentación complementaria, ya que esta conducta reduce la mortalidad y morbilidad infantil. Las tasas de diarrea, infecciones de vías respiratorias y otitis media, son más bajas en niños alimentados con leche materna en comparación con aquellos que no han recibido este tipo de alimentación.
Así, la preocupación mundial está centrada fundamentalmente en los primeros mil días de vida, desde la concepción hasta los dos años. Este periodo se conoce como “la ventana de la oportunidad”, ya que es crucial para garantizar un óptimo desarrollo físico e intelectual por medio de una nutrición adecuada. A este respecto, a la microbiota de la leche materna humana se le atribuye un papel fundamental.
De acuerdo con su definición, en el ser humano se han identificado microbiotas en distintos sitios anatómicos del organismo, según estén colonizados por diferentes grupos de bacterias. Se clasifican en filos, donde destacan diferentes especies y géneros, con predominio de Firmicutes, Actinobacteria, Proteobacteria y Bacteriodetes.
Microbiotas y sus efectos en el recién nacido
A estos diferentes grupos de bacterias se les atribuye un papel determinante en el desarrollo de la inmunidad y la capacidad para responder frente a diferentes microorganismos, siendo considerados como la primera línea de defensa contra agentes patógenos.
Existen diferencias en la composición del microbioma del recién nacido según la vía del parto, la hospitalización y la dieta. Por ejemplo, los niños nacidos por vía vaginal adquieren la microbiota materna vaginal e intestinal, mientras que, en los nacidos por cesárea, predomina la microbiota de la piel materna, del equipo de salud y del ambiente hospitalario donde ocurrió su nacimiento. Los niños nacidos por cesárea parecen tener un menor número de bacterias, en comparación con los nacidos por vía natural, ya que cuentan con niveles más bajos de bifidobacterias, y niveles superiores de Clostridium difficile. Y esta diferencia se acentúa cuando no reciben leche materna.
Se considera que, de alguna forma, las bacterias del intestino materno colonizan la glándula mamaria y, finalmente, pasarían por medio de la lactancia al RN, previniendo enfermedades infecciosas. Aún no se ha establecido claramente el proceso por el cual las bacterias eluden el escudo protector del huésped sano, evitando ser fagocitadas.
Probióticos derivados de la leche materna utilizados en pediatría
En la medicina pediátrica, tres son los probióticos principalmente utilizados para mejorar la microbiota intestinal de los niños: Lactobacillus reuteri DSM 17939, Bifidobacterium longum y Lactobacillus fermentum CECT 5716, los que fueron aislados de la leche materna de mujeres sanas; y diversos estudios confirman que pueden utilizarse en la nutrición humana. La administración oral de los mismos, derivados de la leche materna, abre la puerta para entender una nueva forma de colonización más eficiente de la microbiota del RN.
Conclusión
El estudio del microbioma humano ha sido fundamental para el entendimiento de la microbiota en diferentes órganos, incluida la glándula mamaria. La conformación de esta microbiota tiene procesos específicos que le confieren características únicas, lo que lleva a entender que la administración de probióticos al RN debería provenir especialmente de la glándula mamaria, para lograr una adecuada colonización intestinal y tener una adecuada función del eje cerebro-intestino-microbiota. La leche materna representa uno de los factores clave en el desarrollo de la microbiota intestinal infantil, y si bien el número de especies que coexisten en la leche de una mujer sana suele ser bajo, representa el inicio de la conformación de la microbiota intestinal de los lactantes. Así, desde este reducido espectro de especies, da inicio al desarrollo posterior de una microbiota mucho más diversa y variada que crecerá con posterioridad al destete, y que cuyo desarrollo se vería enlentecido y empobrecido sin ese preciado período de lactancia materna.
Referencias
- L. Fernández, S. Langa, V. Martín, A. Maldonado, E. Jiménez, R. Martín, et al. The human milk microbiota: origin and potential roles in health and disease. Pharmacol Res, 69 (2013), pp. 1-10
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- E.W. Rogier, A.L. Frantz, M.E. Bruno, L. Wedlund, D.A. Cohen, A.J. Stromberg, et al. Lessons from mother: long-term impact of antibodies in breast milk on the gut microbiota and intestinal immune system of breastfed offspring. Gut Microbes, 5 (2014), pp. 663-668
- J.J. Sebastián Domingo y C. Sánchez Sánchez. REV ESP ENFERM DIG 2018:110(1):51–56 DOI: 10.17235/reed.2018.4947/2018