¿Cómo es el tejido óseo normal?
El tejido óseo está compuesto principalmente por mineral, matriz extracelular y por tres tipos de células: los osteoblastos, los osteocitos y los osteoclastos. Los osteoblastos y osteocitos son los responsables de la síntesis de la matriz extracelular que incluye colágeno y proteínas no colágeno. Sobre esta matriz extracelular se deposita el calcio en forma de fosfato, principalmente como cristales de hidroxiapatita. Los osteoclastos son las células responsables de la degradación del hueso.
Al igual que los otros tejidos, el hueso, en condiciones normales, se encuentra en constante recambio, y la formación y degradación ósea se encuentran en equilibrio de forma de mantener constante la masa ósea. Para la formación del hueso es necesario que las células que dan origen a los osteoblastos proliferen y se muevan hacia la superficie del hueso, se diferencien a osteoblastos, los cuales depositan el calcio.
Durante la infancia y adolescencia, la formación del hueso excede a su degradación, por lo cual los huesos crecen tanto en largo como en grosor, aumentando la masa y densidad ósea, llegando a un máximo alrededor de los 25 a 30 años de vida. Cuando se alcanza la edad adulta, estos dos procesos, degradación y formación del hueso, se encuentran en equilibrio y finamente regulados, manteniendo, de esta forma, una masa ósea constante. Posteriormente, como consecuencia del envejecimiento, hay una pérdida neta de hueso por una menor formación, la cual no compensa la cantidad de hueso que se pierde por la mayor actividad de los osteoclastos, lo cual puede dar origen a una enfermedad ósea como la osteoporosis.
¿Qué es la osteoporosis?
La osteoporosis es una enfermedad que se caracteriza por una disminución en la cantidad de la masa ósea y una alteración de la microarquitectura del hueso, lo que se traduce en un aumento de la fragilidad del hueso y en la susceptibilidad a sufrir fracturas.
En la osteoporosis se produce un desbalance entre la formación y degradación ósea, con un predominio de la segunda por un aumento de la actividad de los osteoclastos y una menor eficiencia de las células que forman el hueso, los osteoblastos.
Esta enfermedad ósea se manifiesta en individuos sobre los 50 años, en 1 de cada 3 mujeres y en 1 de cada 8 hombres. Además de la edad y el género, otros factores de riesgo para la osteoporosis son el sedentarismo y los estilos de vida no saludables. En mujeres, la pérdida de la producción de hormonas del ovario en la menopausia contribuye a dicho desequilibrio porque se favorece el aumento de la degradación ósea.
¿Cuál es el papel de la nutrición en la prevención de la osteoporosis?
Una adecuada ingesta de calcio durante los primeros años de vida y hasta la adolescencia es fundamental para un adecuado desarrollo del tejido óseo. El nivel de masa ósea que se alcance durante la edad adulta depende de la formación de hueso que se logre durante la niñez y adolescencia, puesto que es en esta época donde se produce el mayor crecimiento del tejido óseo.
Durante la etapa de activa síntesis de hueso, hay una gran demanda de nutrientes como calcio, fósforo, magnesio y vitamina D. Asimismo, nutrientes como cobre, zinc y hierro son necesarios para la producción de colágeno, proteína sobre la cual se deposita el calcio en el hueso.
Los requerimientos nutricionales para una formación óptima de hueso durante la primera infancia se alcanzan con facilidad a través de la lactancia materna o de las fórmulas infantiles. El grupo de nutrientes que mayormente se ha asociado con la salud ósea se encuentran presentes en los productos lácteos. Estos productos proveen entre el 20% a 75% de los requerimientos de calcio, proteínas, fósforo, magnesio y potasio; el consumo recomendado de estos productos es de 2 a 3 porciones diarias. Por lo tanto, es importante tener presente que un adecuado consumo de leche durante la niñez proporciona los requerimientos de un número importante de nutrientes y no hay fuentes alternativas que puedan reemplazar el aporte de nutrientes que da la leche. Diversos estudios muestran que personas que consumieron leche en las cantidades recomendadas durante su niñez, tienen un menor riesgo de sufrir fracturas óseas en la edad adulta. Sin embargo, el mayor crecimiento óseo ocurre durante la pubertad; por lo cual, éste es un período extremadamente importante para el desarrollo óseo. Durante los 4 años previos a la obtención del máximo de masa ósea, se adquiere alrededor de un 40% de la masa ósea total. Lamentablemente, en esta etapa la dieta de los jóvenes está muy influenciada por el ambiente alimentario en que ellos están insertos y el consumo de leche y productos lácteos no cubren las recomendaciones para esta edad.
A pesar de los conocidos efectos benéficos de la leche y los productos derivados, la población en general tiene una ingesta mucho menor de estos productos que la recomendación. Entre otras razones, esto se debe, a un aumento en la incidencia de intolerancia a la lactosa en la población y/o por el aumento del consumo de bebidas gaseosas.
La vitamina D es otro nutriente muy importante para el hueso, por el rol que tiene en la absorción de calcio a nivel del intestino. Esta vitamina es muy escasa en los alimentos, su fuente principal son los pescados grasos y también está presente en alimentos fortificados, como en algunos cereales, productos de panificación y leche. En resumen, tener huesos saludables depende en parte, de una adecuada ingesta de macro y micronutrientes. Tres nutrientes importantes para la salud ósea son el calcio, la vitamina D y las proteínas. Una protección óptima de los huesos requiere de una dieta rica en todos los nutrientes esenciales, la leche es una fuente rica en ellos.