Enfermedad de Alzheimer: un riesgo que podemos reducir

Enfermedad de Alzheimer: un riesgo que podemos reducir

El aumento en esperanza de vida es un desafío a nivel global del cual Chile no está exento. Esto conlleva a un aumento de enfermedades que disminuyen la autovalencia de las personas mayores, siendo las enfermedades neurodegenerativas y neuropsiquiátricas unas de las más importantes. Dentro de ellas, la enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia y afecta a 50 millones de personas a nivel mundial y a 200.000 personas en Chile, y se estima que estas cifras aumentarán año a año.

La Enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa donde se produce una pérdida de las neuronas del área del cerebro responsable del procesamiento y almacenamiento de la memoria, llamada hipocampo. Debido a esto, esta enfermedad se manifiesta con pérdida de la memoria y otras habilidades cognitivas que interfieren con la vida cotidiana, generando un gran impacto tanto para pacientes como sus familiares.

El Alzheimer es una enfermedad progresiva, donde los síntomas comienzan gradualmente y empeoran paulatinamente con el paso de los años. En sus primeras etapas, la pérdida de memoria es leve, pero en la etapa final las personas pierden la capacidad de mantener una conversación y responder al entorno.

Los síntomas y señales que nos alertan sobre esta enfermedad son: cambios en la memoria que dificultan la vida cotidiana, como, por ejemplo, olvidar fechas importantes o cosas aprendidas recientemente; dificultad para planificar o resolver problemas; dificultad para desempeñar tareas habituales en la casa o en el trabajo; desorientación de tiempo o lugar; problemas con el uso de palabras en el habla o lo escrito; disminución o falta del buen juicio; y cambios en el humor o la personalidad. Ante algunas de estas señales es recomendable recurrir a un centro de salud.

Hasta el momento, no existe ningún tratamiento que cure la enfermedad. Los fármacos disponibles pueden disminuir los síntomas y enlentecer el progreso por un periodo de tiempo variable. Debido a esto, es muy importantes apoyar a pacientes y familiares para mejorar su calidad de vida. En las últimas décadas se han realizado avances a nivel nacional que apuntan a esto. Entre ellos destaca que en el año 2001 la enfermedad de Alzheimer y otras demencias fueron consideradas una de las prioridades programáticas del Plan Nacional de Salud Mental Ministerio de Salud de Chile. En el año 2017 se lanzó el Plan Nacional de Demencias, transformando así este tema en una política pública con el fin de disminuir el impacto y mejorar la calidad de vida de las personas con demencias y su entorno. Adicionalmente, en el año 2019 se incorporó a la enfermedad de Alzheimer y otras demencias a las Garantías Explicitas en Salud (GES), asegurando el tratamiento gratuito para toda la población.

Factores de riesgo que podemos modificar

El principal factor de riesgo para desarrollar la enfermedad de Alzheimer es la edad. La mayoría de las personas con Alzheimer son mayores de 65 años; sin embargo, el Alzheimer no es una característica del envejecimiento normal. Alrededor de un 3-5% de los casos de Alzheimer es hereditario, manifestándose a más temprana edad (menores de 65 años), mientras que el 95% restante es de origen indeterminado o desconocido.

A lo largo del curso de vida se pueden identificar 12 factores de riesgo modificables que pueden ayudar a disminuir o retardar en un 40% la posibilidad de desarrollar Alzheimer en el futuro. De ellos, podemos distinguir factores de riesgo en los primeros años de vida, en la adultez y posteriormente en el envejecimiento.

En los primeros años de vida, mayores niveles de educación tanto infantil como a lo largo del resto de la vida, han demostrado disminuir el riesgo de demencia. Es así como un mejor nivel educación aumenta la reserva cognitiva y disminuye un 7% la posibilidad de desarrollar demencia.

En la adultez, encontramos más factores de riesgo modificables como la hipertensión, donde una presión arterial sistólica persistente de 130 mm Hg o mayor, entre los 45 y 61 años, aumenta el riesgo de demencia. Asimismo, el consumo excesivo de alcohol (por ejemplo 3 copas del vino al día). La obesidad y la diabetes tipo 2 son claros factores de riesgo para desarrollo de demencia futura; sin embargo, aún está en estudio si algunos medicamentos para la diabetes disminuyen este riesgo. Los traumatismos cerebrales como fractura de cráneo, edema, lesión cerebral o sangrado también son factores de riesgo. Y finalmente la pérdida auditiva, la cual podría provocar un deterioro cognitivo por el aislamiento del entorno; sin embargo, este riesgo se ve disminuido con el uso de audífonos debidamente calibrados.

En las personas mayores, el riesgo de desarrollar Alzheimer aumenta por factores como el tabaquismo. Fumar aumenta el riesgo de desarrollar demencia, y dejar de hacerlo lo disminuye incluso en personas mayores. La depresión en las personas mayores, y su consecuente aislamiento social, son factores de riesgo importantes en esta etapa de la vida, aumentando en conjunto un 9% la posibilidad de desarrollar Alzheimer. Mientras que el contacto social es un factor protector aceptado que mejora la reserva cognitiva.

El sedentarismo o inactividad física también es considerado un factor de riesgo modificable, cuya modificación no solo disminuye el riesgo de demencia sino también de otras enfermedades relacionadas como diabetes tipo 2 e hipertensión. Recientemente, la contaminación ambiental también ha sido considerada como un factor de riesgo ya sea como fumador pasivo (respirar el humo del cigarro de otros), como la contaminación de la cuidad o lugar en que vivimos.

Conclusiones

Los efectos de la enfermedad de Alzheimer tanto en pacientes como en su entorno social y familiar son muy desgastantes y demandantes. Es por eso que la prevención juega un papel muy importante al momento de evaluar cómo queremos vivir la última etapa de nuestra vida. Los cambios en los estilos de vida que apunten hacia una vida más saludable son positivos a cualquier edad. Podemos disminuir al riesgo de desarrolla la Enfermedad de Alzheimer modificando los factores de riesgo, y apuntar hacia un envejecimiento saludable y conservar nuestros recuerdos.

Referencias

  1. Dementia prevention, intervention, and care: 2020 report of the Lancet Commission. Gill Livingston, Jonathan Huntley, Andrew Sommerlad, David Ames, Clive Ballard, Sube Banerjee, Carol Brayne, Alistair Burns, Jiska Cohen-Mansfield, Claudia Cooper, Sergi G Costafreda, Amit Dias, Nick Fox, Laura N Gitlin, Robert Howard, Helen C Kales, Mika Kivimäki, Eric B Larson, Adesola Ogunniyi, Vasiliki Orgeta, Karen Ritchie, Kenneth Rockwood, Elizabeth L Sampson, Quincy Samus, Lon S Schneider, Geir Selbæk, Linda Teri, Naaheed Mukadam. Lancet 2020; 396: 413–46.
  2. Mild Cognitive Impairment in Geriatrics. Eric G. Tangalos y Ronald C. Petersen. Clinics in Geriatric Medicine2018; 34: 563-589.
  3. NIA-AA Research Framework: Toward a biological definition of Alzheimer's disease. Clifford R Jack Jr, David A Bennett, Kaj Blennow, Maria C Carrillo, Billy Dunn, Samantha Budd Haeberlein, David M Holtzman, William Jagust, Frank Jessen, Jason Karlawish, Enchi Liu, Jose Luis Molinuevo, Thomas Montine, Creighton Phelps, Katherine P Rankin, Christopher C Rowe, Philip Scheltens, Eric Siemers, Heather M Snyder, Reisa Sperling. Alzheimers Dement 2018;14(4):535-562.

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