Aunque cueste creerlo, hace medio siglo, Chile era un país con altas cifras de desnutrición, especialmente entre niñas y niños. Es por ello que, a través de distintas políticas públicas, se comenzó a trabajar en medidas para asegurar una buena nutrición de la población, especialmente con el consumo de leche.
Parte de esta historia comenzó a inicios del 1900 con diversas medidas, pero es en 1954 que nace formalmente el Programa Nacional de Alimentación Complementaria (PNAC), con el objetivo de entregar alimentos a mujeres embarazadas y en etapa de lactancia (la principal innovación respecto a sus predecesores), así como a niños menores de seis años que asistían a los controles de salud. En el marco de este programa, en 1970, es que el doctor Giorgio Solimano, académico de la Escuela de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, encabezó la iniciativa que logró aumentar los beneficiados con la entrega de medio litro de leche del PNAC de 650 mil a 3 millones 600 mil personas en 1973.
Esta fue una medida significativa para disminuir la desnutrición, pero en 1974 un nuevo hito marcó este proceso para erradicar la desnutrición: el nacimiento de la Leche Purita, un producto creado para mejorar la efectividad del programa, con el doble de porcentaje de materia grasa y una campaña de marketing creada para aumentar el consumo de leche en todos los hogares de Chile.
El responsable de que las autoridades de la época entendieran la importancia de crear un alimento capaz de erradicar la desnutrición del país fue el doctor Fernando Mönckeberg Barros, conocido también por ser el fundador del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la U. de Chile. Para Francisco Pérez, actual director de esta unidad académica, “él tuvo la capacidad de convencer a los actores políticos del momento, con evidencia científica sólida, sobre el grave y permanente daño que generaba la desnutrición infantil, y que la no intervención condicionaría al país a un bajo crecimiento y desarrollo económico futuro”.
“Los antecedentes ligados a la desnutrición eran devastadores, con una altísima tasa de mortalidad infantil y con una desnutrición crónica permanente que -además- repercutía en el proceso de crecimiento en aquellos niños que lograban sobrevivir a esta condición. Chile era un país con un bajo consumo de leche y el gran desafío, además de potenciar esta industria, fue facilitar la distribución de la denominada Leche Purita. Esto se logró gracias a incentivar a las madres a retirar este producto desde los consultorios, lo que constituyó una llave maestra para poder generar esta política pública que, en un tiempo record, sacó a Chile de los registros mundiales de desnutrición infantil y sus consecuencias”, destaca Pérez.
Un ícono de política estructural
La directora de la Escuela de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Lorena Rodríguez, afirma que “la Leche Purita es un ícono histórico en nuestro país asociado a un Programa Nacional de Alimentación Complementaria que es un beneficio universal. Esto quiere decir que cualquier persona en el país que cumple con los requisitos, independiente de su situación socioeconómica, de su nivel educacional, de su estructura previsional o de su sistema de salud, puede acceder a él”. En este sentido, añade, “la Leche Purita constituye un ícono de política estructural cuyos beneficiarios no están restringidos a la población más vulnerable, sino que a todos y todas quienes necesitan de un alimento de alta calidad nutricional”, indica Rodríguez.
El director del Departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y uno de los autores del artículo “Conmemorando los cincuenta años de Leche Purita: importancia de la leche en la erradicación de la desnutrición infantil en Chile”, Rodrigo Valenzuela, explica que “distintos gobiernos fueron diseñando políticas de Estado para que les llegara la leche a los niños dado el alto índice de pobreza y de desnutrición infantil”.
El profesor Valenzuela detalla que este plan no solo implicaba la entrega de la leche a los grupos de riesgo, sino que también un plan para hacer que toda la ciudadanía aumentara su consumo de leche. “Se desarrolla esta leche de alta calidad y, cuando comenzó el programa, se definió que las empresas que ganaban la licitación para producir Leche Purita tenían que vender la misma leche en los supermercados para que la gente dimensionara que era un producto de alta calidad (...) Esto marcó una tendencia importantísima para el consumo de leche en Chile”, asegura el académico.
El presente de la Leche Purita
En su artículo “Conmemorando los cincuenta años de Leche Purita: importancia de la leche en la erradicación de la desnutrición infantil en Chile”, el profesor Rodrigo Valenzuela relata que fue tal el éxito de la Leche Purita en la nutrición de las niñas y niños menores de cinco años entre 1975 y 1982 que el PNAC estableció como ley que “la entrega de este alimento fuera un beneficio universal, con prioridad para la población infantil menor de seis años y las embarazadas, independientemente de su situación laboral, previsional o del régimen de salud al que estén afectos”, norma que está vigente hasta el día de hoy.
Con los años y el trabajo del INTA de la Universidad de Chile, comenzaron las modificaciones en las fórmulas de la leche, enfocadas ahora en los distintos grupos etarios. De esta forma, desde 2023, la Leche Purita Fortificada y la Purita Cereal fueron reemplazadas por Purita +Pro1 y Purita +Pro2, que son leche entera y leche semidescremada fortificadas con hierro, cobre, zinc y vitamina C, además de vitamina D, en línea con las actuales necesidades de la población que recibe este producto.
Además, como política pública de éxito, la creación de la Leche Purita inspiró otros planes, como la fluoración del agua, la yodación de la sal, la incorporación de ácido fólico en las harinas y la ley sobre composición nutricional de los alimentos y su publicidad.