Hace unas semanas se publicó en este sitio un valioso artículo escrito por el Profesor Hernán Speisky, académico de nuestro instituto, y la Dra. Jocelyn Fuentes. En el mismo se destacaba la importancia nutricional de los compuestos fenólicos o polifenoles, que se encuentran en frutas y verduras y que, a través de su actividad antioxidante, serían responsables de parte de los efectos beneficiosos para la salud humana que tienen estos alimentos. Una de las frutas mencionada en dicho artículo como ricas en polifenoles son las ciruelas.
Este fruto de origen chino es considerado en nuestro grupo de investigación un importante modelo para el estudio del contenido de estas moléculas. Pero la ciruela no sólo es relevante para nuestra investigación, ya que también lo es para la producción agrícola nacional. En 2019, Chile ocupó el cuarto lugar en la producción mundial de ciruelas, siendo esta fruta la tercera más producida en el país (FAOSTAT, 2019).
La importancia de la ciruela para el estudio de los compuestos fenólicos radica en que las cerca de 200 variedades modernas de este fruto muestran distintos contenidos en sus más de 40 compuestos fenólicos. Es decir, en una ciruela hay una alta variabilidad en el perfil fenólico. Por ejemplo, se puede observar que existen variedades de ciruela con distintos colores que van desde el amarillo, pasando por el rojo, hasta el violeta y el negro. Tales diferencias de color están dadas por el diferente contenido de antocianinas, uno de los tipos de polifenoles que se encuentran en las ciruelas, así como en muchas otras frutas y verduras con tonalidades roja a violeta.
En el grupo Nutribreeding del INTA, uno de nuestros objetivos es determinar cuáles son los genes responsables de la variación en el perfil de estos compuestos fenólicos entre las distintas variedades de ciruela. Para esto, nos basamos en el análisis de antioxidantes en familias de ciruelos, es decir, en un conjunto de nuevas plantas hermanas, producidas a partir de un cruzamiento entre dos variedades. Además, estudiamos el genoma (conjunto de todos los genes contenidos en el material genético) de cada una de estas hermanas, para luego asociarlo a sus perfiles de compuestos fenólicos. De este modo, utilizamos herramientas estadísticas para identificar aquellos genes que, al modificar su secuencia, dan como resultado una variación en el contenido fenólico.
A la fecha, hemos sido capaces de identificar algunos genes que serían capaces de controlar el contenido de algunos tipos de polifenoles, como las anteriormente nombradas antocianinas y las procianidinas, polifenoles asociados con la sensación de astringencia en el vino y frutos como el caqui, y que además de presentar una potente actividad antioxidante, tiene una alta capacidad de absorción en nuestro intestino.
Con la identificación de este tipo de genes, podemos ayudar a los programas de mejora genética (como el Programa de Mejoramiento Frutal de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile) a generar nuevas variedades de ciruelas con mayor contenido de polifenoles y mayor capacidad antioxidante para prevenir aquellas enfermedades generadas por estrés oxidativo. De esta forma, nuestra investigación contribuye a mejorar la salud de la población, a través de una mejora genética de la calidad nutricional de una fruta producida en nuestro país.