La obesidad es la peor pandemia que afecta a la sociedad a nivel mundial, porque es silenciosa, prolongada y aumenta progresivamente, sin que se vislumbre como puede detenerse o aminorarse. Se trata de una enfermedad compleja, multifactorial y que se puede prevenir. El exceso de peso se ha triplicado en el mundo desde 1975, y en la actualidad existen 2.000 millones de personas con sobrepeso y 800 millones con obesidad. Este aumento va aparejado a los malos hábitos alimentarios en la población y a la disminución de la actividad física por los adelantos tecnológicos. Además, no existe una conciencia a nivel mundial que apoye políticas públicas en los países para enfrentarla.
Desde el año 2005, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha intentado que los gobiernos hagan esfuerzos por detener esta pandemia. La propia OMS reconoce que no ha obtenido respuestas adecuadas; a diferencia de lo sucedido con el VIH/SIDA, en donde hubo una gran movilización de la sociedad a nivel mundial, que permitió invertir grandes cantidades de recursos en investigación, tratamientos y luego prevención, hasta controlar la enfermedad. Esto no ha sucedido con la obesidad, donde la sociedad civil no demanda políticas públicas para su prevención y solo lo hace muy ocasionalmente para pedir atención médica y cirugía bariátrica para los grupos de obesos mórbidos.
Chile puede ser un ejemplo a nivel mundial de cómo ha avanzado la obesidad
Hasta la década de los 80, la obesidad no existía como problema de salud pública y el país estaba inmerso en la lucha contra la desnutrición, que fue erradicada a fines de esa década y comienzo de los 90. Sin embargo, en ese tiempo ya existían grupos de personas obesas, como lo eran las madres de los propios niños desnutridos, que en un porcentaje importante estaban con sobrepeso y obesidad, como lo demostró una investigación realizada en el INTA (1). Los primeros datos alarmantes fueron de 1988 en una encuesta de la Región Metropolitana, que demostró un 6% de obesidad en hombres y 14% en mujeres, porcentaje que aumentó a un 11% en hombres y 24% en mujeres cuando se repitió la encuesta en 1992 (2). El primer estudio a nivel nacional fue la Encuesta Nacional de Salud (ENS) 2003, que mostró un 23% de obesidad en la población mayor de 15 años y un 38% con sobrepeso. De ahí en adelante la historia es conocida, hasta llegar a la última ENS 2016/2017 con un 74,4% de la población mayor de 15 años con sobrepeso y obesidad (3), el valor más alto entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
¿Cuáles son los orígenes del problema? ¿Qué fue lo que cambió?
Obviamente no fue la genética, ya que la población chilena no cambió en la década del 90, sino la situación ambiental. Después de la crisis económica del período 1982-86, que tuvo una caída del Producto Interno Bruto (PIB) de un 12% en 1982, y volvió a caer en un 2% en 1983, con una desocupación cercana al 50%, y con un 25% de la población laboral empleada en el Programa de Empleo Mínimo (PEM) o en el Programa Ocupacional de Jefes de Hogar (POJH) con un ingreso de 50 dólares al mes, se produjo un crecimiento económico desde 1987 en adelante, llegando a un aumento anual cercano al 7% del PIB en la década del 90. Con esto hubo mayores fuentes laborales y mejor ingreso, que en una primera etapa fue destinado a compra de alimentos, coincidiendo con la instalación de cadenas de comida rápida y producción masiva de alimentos procesados y bebidas gaseosas, que cambió la dieta ancestral por la llamada “Western Diet” o Dieta Occidental.
Junto a lo anterior, se produjo una venta masiva de televisores, que no faltaron en ningún hogar, por lo que fue eliminado de la encuesta CASEN en 1994 al no discriminar por nivel socioeconómico. Además, la cantidad de vehículos aumentó en forma explosiva, todo lo cual incrementó el sedentarismo. Desde el punto de vista demográfico, disminuyó la natalidad y las familias prefirieron tener uno o dos hijos que pudiesen llegar a la Universidad, en vez de familias numerosas difíciles de alimentar y educar. Como consecuencia, se dio el fenómeno del “hijo único” al cual se le da todo lo que los padres no tuvieron en su niñez, en la forma de alimentación procesada y juegos de pantalla. Estos cambios en la dieta y sedentarismo crearon una “tormenta perfecta” que se mantiene hasta el día de hoy y que no se ha podido modificar con políticas públicas.
Políticas públicas para enfrentar el problema
En 1998 se inicia la primera política pública para enfrentar la obesidad a través de “VIDA CHILE” o Consejo Nacional de Promoción de Salud, dependiente del Ministerio de Salud, con actividades y programas en alimentación y actividad física en prácticamente todas las comunas del país. Pero solo duró 6 años, ya que con la aparición del Plan AUGE el año 2005 perdió prioridad y fue reemplazado por la Estrategia Global contra la Obesidad o EGO-Chile, basado en las recomendaciones de Alimentación y Actividad Física de la OMS, que permaneció hasta el 2010, en que se creó el programa intersectorial “Elige Vivir Sano”, dependiente directamente de la Presidencia de la República, que permaneció muy activo hasta el cambio de gobierno el 2014. El año 2016 se implementó la Ley del Etiquetado Nutricional, que es una política pública de alta relevancia hasta el día de hoy.
Sin embargo, la obesidad continúa aumentando, como lo muestra el Mapa Nutricional de JUNAEB, los datos del Ministerio de Salud y las Encuestas Nacionales de Salud (3).
Con la pandemia aumentó el sedentarismo y la alimentación no fue más saludable, como lo detectaron encuestas on-line o telefónicas, en que más de un 40% de los encuestados respondió que aumentó de peso durante la pandemia. La única medición realizada en pandemia fue 6 meses después de su inicio por la JUNAEB con su Mapa Nutricional, que encuestó on-line a los padres de 865.141 niños de 8.440 establecimientos educacionales, previa capacitación para que midieran el peso y talla de los niños. Esta encuesta demostró un incremento de prevalencia de la obesidad de un 24% a un 28-29% en prekínder, kínder y primero básico (4).
¿Qué se puede hacer frente a esta realidad?
Por una parte, se han intentado políticas públicas relacionadas con la oferta de alimentos, como son el etiquetado frontal de los alimentos y el impuesto a las bebidas gaseosas azucaradas, junto con restricciones a la publicidad. Por otra parte, se han tratado de cambiar hábitos y conductas de la población a través de las Guías Alimentarias que existen en Chile desde 1997, que se han reformulado dos veces (2005 y 2013) y que están siendo actualizadas este año 2022. Estas Guías han tenido una amplia difusión y han hecho que la población conozca lo que es una alimentación saludable; pero no han logrado el cambio de hábitos. Como muestra, solo un 15% de la población consume las 5 porciones de frutas y verduras al día recomendadas por la OMS.
Ha existido un trabajo constante en jardines infantiles y escuelas, pero desde fuera del sistema educativo, que no ha incorporado el tema alimentación saludable en el currículo escolar ni en las actividades extracurriculares. En el campo laboral, se han intentado crear empresas saludables que se preocupen de la alimentación y actividad física de sus trabajadores, pero al no estar obligadas por ley, como en el caso de los accidentes laborales, muy pocas empresas cumplen con estos programas. La atención primaria de salud tampoco ha colaborado, al estar centrada en lo curativo y tener que cumplir con los objetivos del Plan AUGE.
Por lo tanto, necesitamos reformular las políticas públicas con el gran objetivo de enfrentar la obesidad desde diferentes ámbitos, con una política de Estado única, dirigida desde el más alto nivel, que incorpore a todos los sectores, con objetivos, metas y plazos comunes, presupuesto adecuado y evaluación permanente de los logros alcanzados. Esto solo será posible si existe conciencia en la población de la gravedad del problema, de tal modo que exija soluciones, lo que hoy día no se ve claro, a pesar del impacto negativo del sobrepeso y obesidad en la gravedad y mortalidad por coronavirus, así como también en las enfermedades que más nos afectan, como son el cáncer -primera causa de muerte hoy día en Chile- enfermedades cardiovasculares, diabetes, demencias, enfermedades osteoarticulares y enfermedades degenerativas.
Solo creando conciencia en la población del impacto negativo que tiene la obesidad en la salud y calidad de vida de las personas, lograremos tener una política de Estado que la enfrente.
Referencias
- Albala C, Vio F, Olivares S, Andrade M. Efecto de un programa de control de la obesidad en mujeres de estrato socioeconómico bajo. Rev Med Chile 1986; 114:934 938.
- Berrios X. Tendencia temporal de los factores de riesgo de enfermedades crónicas: la antesala silenciosa de una epidemia que viene. Rev Méd Chile 1997; 125: 1405-1407.
- Vio F, Kain J. Descripción de la progresión de la obesidad y enfermedades relacionadas en Chile. Rev Med Chile 2019; 147:1159-1165.
- Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB). Mapa Nutricional 2020. https://www.junaeb.cl/wp-content/uploads/2021/03/MapaNutricional2020_.pdf