Hasta mediados de los años 1800, la dieta de perros y gatos domésticos consistió en alimentos caseros y sobras de alimentos de consumo humano, pero en 1860 surge la primera croqueta comercial para perros. Sin embargo, la introducción de la técnica de extrusión, en 1957, marca un hito trascendental en la industria e inocuidad de los alimentos para mascotas, al integrar un proceso que permitiría la inactivación de patógenos y de toxinas termolábiles que podrían estar presentes en las materias primas.
Al igual que los alimentos para consumo humano, los alimentos para mascotas podrían presentar peligros físicos, químicos o biológicos que se deben controlar a lo largo de la cadena productiva. Si bien las técnicas actuales son aptas para la obtención de productos inocuos, siempre existe el riesgo de que ocurra algún tipo de contaminación posterior a los procesos térmicos utilizados para la eliminación de patógenos. Los peligros microbiológicos que podrían estar presentes en los alimentos para mascotas dependerán del tipo de alimento y del método utilizado para su elaboración, ya que cada alimento posee características particulares que favorecerán o inhibirán la proliferación de bacterias patógenas, tales como Salmonella spp., Listeria monocytogenes, E. coli patogénica, Campylobacter spp., entre otras.
De acuerdo al Ministerio de Salud, en Chile, las bacterias mayormente implicadas con brotes humanos de enfermedades transmitidas por alimentos (ETAS) corresponden a Salmonella spp., E. coli patogénica y Staphylococcus aureus. Estas infecciones bacterianas suelen adquirirse a través de la ingesta de alimentos contaminados, pero la infección también podría ocurrir por medio de la manipulación de alimentos o golosinas para mascotas que se encuentren contaminadas, debido a una incorrecta manipulación y almacenamiento de los productos posterior a su compra.
Independientemente del tipo de alimento para mascotas, se deben considerar medidas que minimicen la probabilidad de que, tanto mascotas como sus propietarios, adquieran una enfermedad transmitida por alimentos contaminados. A continuación, se presentan algunas recomendaciones para prevenir la contaminación de los alimentos para mascotas y la presentación de cuadros de ETAS:
- Es importante adquirir productos que no presenten señales de deterioro, tales como agujeros o cambios en la coloración del envase, cierre alterado, o latas golpeadas y deformadas.
- Almacenar el alimento seco en su envase original, debidamente cerrado e idealmente en un recipiente hermético. La zona de almacenamiento debe estar limpia, seca y fresca. Asimismo, es recomendable almacenar el alimento para mascotas alejado de los alimentos destinados para consumo humano.
- La temperatura ideal de almacenamiento del alimento seco puede variar de un producto a otro; no obstante, se aconseja evitar temperaturas superiores a 27 °C.
- Evitar que las mascotas del hogar y otros animales tengan libre acceso a la zona donde se almacena el alimento.
- Es recomendable manipular el alimento con utensilios destinados, específicamente, para este fin (tazas, cucharas, recipientes) y evitar la manipulación con las manos.
- En aquellos casos en los que se deba preparar el alimento o manipular ingredientes crudos, se debe utilizar tanto superficies como utensilios exclusivos para las mascotas, con la finalidad de evitar la contaminación cruzada.
- Una vez abiertos, los alimentos húmedos y semi húmedos se deben almacenar de acuerdo con las indicaciones entregadas por el fabricante y refrigerarse lo antes posible. Generalmente, los alimentos con alto contenido de humedad no deben permanecer refrigerados por más de 5 a 7 días; no obstante, este periodo podría variar dependiendo de la formulación del alimento y de su contenido nutricional.
- Finalmente, se recomienda un correcto lavado de manos antes y después de manipular alimentos y premios para mascotas.
Además de lo anterior, se debe considerar la adecuada limpieza y desinfección de los platos utilizados para alimentar a las mascotas. Bacterias, tales como Salmonella spp., no solo persisten durante largos periodos de tiempo en recipientes, sino que, además, se ha observado su resistencia a diversos limpiadores y desinfectantes de uso habitual.
Si bien las enfermedades transmitidas por alimentos suelen ser autolimitantes en humanos y raramente ocasionan síntomas en mascotas, se debe tener presente que siempre existe el riesgo de que una persona y una mascota desarrollen una enfermedad grave e incluso mortal. Lo anterior dependerá de distintos factores como el microorganismo involucrado, el ambiente en el que se encuentra y características propias del individuo, considerando que tanto en el caso de personas como de animales existen grupos de riesgo con mayor susceptibilidad al desarrollo de enfermedades y a la complicación de estas.