Obesidad como factor de riesgo cardiovascular

Obesidad como factor de riesgo cardiovascular

La obesidad es un problema de salud mundial que conduce al desarrollo de enfermedades y tratar sus consecuencias genera un alto gasto fiscal. La obesidad se define como la acumulación excesiva de grasa corporal que puede ser perjudicial para la salud. El Índice de Masa Corporal (IMC), que es la relación entre peso y talla de una persona, se utiliza frecuentemente en los centros de salud para identificar el exceso de peso. En el caso de los adultos, se considera como obesidad un IMC igual o superior a 30 kg/m2.

La obesidad se produce por un desequilibrio entre la ingesta y el gasto de energía. Esto es, si se comen más calorías de lo que se gastan en el día a día, estas se acumulan en forma de grasa; lo que produce un aumento de peso. Sin embargo, el origen de esta problemática no se reduce solamente a la ingesta de alimentos, sino que incluye una compleja interacción entre factores ambientales, psicosociales y genéticos. Así, en las últimas décadas la prevalencia de esta enfermedad ha aumentado dramáticamente, alcanzando proporciones pandémicas. En Chile, el 74,2% de los mayores de 15 años tienen exceso de peso, liderando el ranking de países con más sobrepeso y obesidad de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), superando a México y a Estados Unidos.

Pero… ¿Por qué el exceso de peso es tan malo?

El tejido adiposo (depósito de grasa en el organismo) guarda de manera segura las calorías que acumulamos; sin embargo, en la obesidad este depósito de grasa crece en exceso. Esto lo vuelve disfuncional o “enfermo”, generando inflamación y perdiendo su capacidad de almacenar la grasa en forma segura. Así, esta grasa comienza a acumularse en otros tejidos (que no están preparados para esto, por lo cual los daña) y, junto con las señales pro-inflamatorias, provocan el mal funcionamiento de hígado, páncreas y músculo que se traduce en complicaciones como enfermedad cardiovascular y diabetes tipo 2. Por otro lado, no sólo es importante tener en cuenta la acumulación excesiva de grasa, sino que también, la región del cuerpo donde ocurre. El exceso de adiposidad en la zona abdominal es más dañino y se asocia a mayor riesgo cardiometabólico.

Entre las principales consecuencias de la obesidad encontramos un aumento de la mortalidad por todas las causas y del riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, cáncer (de mama, ovarios, endometrio, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon) y enfermedades cardiovasculares (enfermedad coronaria, infarto al miocardio, angina de pecho, falla cardiaca congestiva, accidente cerebrovascular, hipertensión y fibrilación auricular). Dado que la obesidad es un desorden que puede prevenirse y revertirse, lo mencionado subraya la necesidad de que las directrices de las autoridades de salud pública incluyan la prevención y control de esta pandemia a nivel comunitario y ambiental, junto a estrategias nutricionales individuales.

Para enfrentar la obesidad a nivel individual, la alimentación saludable y el ejercicio físico regular son fundamentales. En Chile, existen las Guías Alimentarias para orientar a la población hacia un patrón de alimentación más saludable y con menos alimentos ultraprocesados. Dentro de sus recomendaciones podemos destacar el consumo diario de 3 porciones de verduras y 2 de frutas, consumir al menos 2 veces por semana pescado y legumbres (consumirlas sin embutidos), además de mantener una buena hidratación (2 L de agua al día). El consumo de frituras, bebidas, azúcar, comida chatarra o productos de pastelería debe ser esporádico.

En el contexto de padecer obesidad, lo más recomendable es recibir terapia nutricional y médica individualizada, que sea segura, eficaz, considere los objetivos y preferencias de las personas, sea asequible y evalúe los patrones alimentarios con más evidencia en la adherencia a largo plazo. Conjuntamente, se recomienda realizar actividad física de 30 a 60 minutos de intensidad moderada a vigorosa la mayoría de los días de la semana. Las indicaciones entregadas por el profesional de la salud permitirán generar un “balance energético negativo”, que significa ingerir menos calorías de las que se gastan, conduciendo a que el cuerpo utilice sus reservas de grasa como energía.

No obstante, tan importante como qué se come, es cuándo se come. Estudios científicos muestran que comer durante el día (período de luz solar) y ayunar en la tarde-noche (período de oscuridad) resulta beneficioso para la salud cardiometabólica, pues así nuestro cuerpo digiere y metaboliza mejor los alimentos y sus macronutrientes. Por ejemplo, el cuerpo procesa mejor una carga de carbohidratos (presente en el pan, avena, fideos, arroz, papas, y otros cereales) en las horas más tempranas del día, en contraste a comer lo mismo, pero en la noche.

Adicionalmente, estudios sobre ayuno intermitente en animales y en humanos (es decir distintos regímenes que alternan períodos de alimentación y otros de ayuno) han mostrado mejoras en la resistencia a la insulina y disminución en la presión arterial, circunferencia de cintura y una baja modesta del peso, entre otros. Debido al acceso a esta información, las redes sociales e influencers han difundido masivamente el concepto del “ayuno intermitente”, el cual, aunque es una herramienta emergente potencialmente útil, debe ser prescrito y acompañado por profesionales de la salud. A modo general, es recomendable para adultos sanos (no embarazadas ni nodrizas) mantener períodos de ayuno nocturno en torno a las 12 a 14 horas por día.

En conclusión, en el tratamiento individual de la obesidad es importante una alimentación saludable, enfocándonos en la cantidad y calidad de lo que consumimos, como también a la hora en que comemos, además de practicar ejercicio físico regular, y mantener un estilo de vida saludable.

Referencias

  1. Berry EM. The Obesity Pandemic-Whose Responsibility? No Blame, No Shame, Not More of the Same. Front Nutr. 2020; 7:2.
  2. OMS: Obesidad y Sobrepeso. Organización Mundial de la Salud. 2021 [accessed 7 Aug 2021]. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight
  3. La Sala L, Pontiroli AE. Prevention of Diabetes and Cardiovascular Disease in Obesity. Int J Mol Sci. 2020; 21(21):8178.
  4. Berezin AE, Berezin AA, Lichtenauer M. Emerging Role of Adipocyte Dysfunction in Inducing Heart Failure Among Obese Patients With Prediabetes and Known Diabetes Mellitus. Front Cardiovasc Med. 2020; 7:583175.
  5. Henry CJ, Kaur B, Quek RYC. Chrononutrition in the management of diabetes. Nutr Diabetes. 2020;10(1):6.
  6. De Cabo R, Mattson MP. Effects of Intermittent Fasting on Health, Aging, and Disease. N Engl J Med. 2019; 381(26):2541-2551.

Galería de fotos

Últimas noticias

Divulgador Aitor Sánchez, Dietista-Nutricionista, visita INTA

El divulgador científico Aitor Sánchez, reconocido por su labor en medios de comunicación españoles y autor de tres libros sobre alimentación saludable, visitó el Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos (INTA) en donde conversó con varias (os) de sus académicas y académicos sobre nutrición, enfermedades crónicas y sostenibilidad alimentaria