Centro de investigación del INTA estudiará los efectos de la pandemia en alimentación y salud mental en el área sur-oriente de Santiago

Centro de investigación del INTA estudiará los efectos de la pandemia en alimentación y salud mental en el área sur-oriente de Santiago

La académica, médico cirujano y doctora en nutrición Camila Corvalán lidera el equipo que se adjudicó el “Concurso para la Asignación Rápida de Recursos para Proyectos de Investigación sobre el Coronavirus (Covid-19) año 2020” en una competencia que seleccionó 63 proyectos de un universo de más de mil.

Como una ventana de oportunidad. Así dice la doctora Camila Corvalán que se abrió para ella y su equipo del Centro de Investigación en Ambientes Alimentarios y Prevención de Enfermedades Crónicas CIAPEC del INTA U. de Chile, la posibilidad de realizar un proyecto que venían incubando desde los primeros días de la emergencia sanitaria. La ocasión fue proporcionada por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), que dispuso un fondo de 90 millones para financiar proyectos de investigación en temas asociados a la pandemia del coronavirus y que puedan ser ejecutados en territorio nacional.

“Nosotros partimos pensando en qué podíamos hacer mucho antes de que saliera este concurso”, dice la doctora Corvalán, y agrega: “Con la llegada de la pandemia tuvimos que suspender todo el trabajo clínico que estábamos haciendo. Y después del shock inicial, empezamos a pensar con qué información podíamos contribuir nosotros y se nos ocurrió este proyecto que se basaba en los estudios que hemos realizado en los últimos años”, dice la académica INTA.

El proyecto titulado “Efectos de la pandemia Covid-19 en alimentación y salud mental en etapas críticas de la vida: cohortes CIAPEC-INTA de embarazadas, preescolares y adolescentes del área sur-oriente de Santiago” fue uno de los 63 seleccionados en un competitivo concurso donde participaron miles de propuestas. “El estudio tiene como objetivo caracterizar las conductas de alimentación y de salud mental de grupos de familias que participan con nosotros en estudios de seguimiento desde hace varios años. Tenemos grupos en etapas críticas de la vida y la idea es comprender cómo la pandemia ha impactado sus conductas de alimentación, su salud mental y cómo esto puede repercutir en el largo plazo”, explica Camila Corvalán.

“Estábamos en plena fase de pensamiento de cómo hacerlo y justo se abrió el concurso por lo que nos encontró bien encaminados en el diseño y escritura. También ya habíamos avanzado en el tipo de cuestionario que queríamos utilizar y habíamos hecho contactos con investigadores y organismos afuera que estaban diseñando estudios similares. Este estudio se va a integrar con varios otros que se están realizando en otros países, lo que permitirá la comparabilidad de la información. Ahora que salieron los recursos, estamos listos para comenzar porque ya habíamos hecho todas las gestiones con el comité de ética y con diferentes organismos para partir de inmediato. Además, conocemos a las familias, tenemos familias que están con nosotros hace 15 años. Entonces es hacerles una invitación para que contribuyan a generar esta evidencia que creemos va a ser muy importante para informar las políticas de alimentación”, señala la académica.

Particularidades del estudio

A través de cuestionarios y visitas presenciales, el equipo indagará en qué le está ocurriendo a esta población en términos de alimentación, actividad física, de patrones de sueño, y salud mental. Incluir este gran tema en el estudio de la pandemia es importante, considerando que cada vez es más evidente la relación de esta con la alimentación. “Lo que planteamos es que va a ser súper interesante hacer una articulación entre ambos ejes. Es algo que se viene hablando hace mucho tiempo en distintas áreas, pero creo que a raíz de la pandemia va a ser mucho más evidente el hecho de que nuestra salud mental está relacionada con nuestra alimentación y viceversa. Hay harto interés sobre qué va a pasar con los niveles elevados de estrés y de ansiedad de la población y su conducta alimentaria”, indica.

El valor agregado de investigar a estas cohortes es que el equipo cuenta con información detallada obtenida antes de la pandemia. Esas evaluaciones se podrán vincular con las realizadas en este proyecto identificando los factores predictores o protectores de los cambios observados; a su vez, los cambios en este periodo se podrán relacionar con mediciones posteriores, estimando los efectos en salud en el largo plazo. Un ejemplo de esto sería observar cómo los cambios de alimentación pueden afectar las trayectorias de crecimiento y de desarrollo de los niños, pero también la prevalencia de obesidad y de enfermedades crónicas asociadas como la resistencia a insulina, diabetes, hígado graso y otros indicadores que se han medido en este segmento de la población.

Otra aspecto destacable del proyecto es que tiene un enfoque altamente transdisciplinario. “Estamos colaborando con pediatras, con expertos en adolescencia y desarrollo, con psicólogos, con expertos en consumo de sustancias, antropólogos, nutricionistas de la U. de Chile, la U. Católica, U. de Valparaíso y U. de Tarapacá, y estamos trabajando estrechamente junto con la Corporación de Salud de la Comunidad de Puente Alto. Es un proyecto bien integrado en términos de disciplinas y de territorialidad”, sentencia la investigadora

“Lo que propusimos fue trabajar muy en conjunto con organismos gubernamentales que tienen la responsabilidad de proveer alimentación saludable y salud mental a estas poblaciones. Esto es Junaeb, Junji, el Ministerio de Salud, el Servicio de Salud, para entregarles esta información y ver cómo apoyamos a estas familias. En el fondo, se trata de prever que no se produzcan cambios negativos desde el punto de vista de la salud. Esperamos que sea un estudio que tenga hartas implicancias, de modo que aquellos que tienen que tomar decisiones cuenten con información real y contemporánea de qué está sucediendo en estas familias, que representan al nivel socioeconómico medio bajo”, sentencia la académica.

La investigadora atribuye el haberse adjudicado los recursos a la relevancia creciente del tema de la alimentación en tiempos de pandemia. “Se ha visto en las noticias que el estado nutricional determina la ocurrencia del coronavirus y la gravedad de la presentación del coronavirus. Y a su vez sabemos que la pandemia está generando, a través de sus medidas de mitigación y de sus consecuencias económicas, un impacto súper importante en la alimentación. Entonces si no levantamos evidencia ni generamos acciones, se puede producir un círculo vicioso en el cual tengamos más problemas por enfermedades asociadas a la alimentación derivadas de la pandemia y por lo tanto, una población mucho más susceptible a futuros brotes del Covid-19”.

Y añade: “creo que el tipo de estudio que tenemos, donde ya contamos con una línea base y con información prospectiva, es el diseño perfecto para levantar información relevante para adaptar las políticas en curso a este nuevo escenario, entonces creo que eso es lo que vieron los revisores”, asegura. Los resultados serían prácticamente inmediatos. Se han planificado tres entregas: en octubre de 2020 y dos más en enero y junio de 2021.

Sobre lo que significa ganar este concurso, Camila Corvalán reflexiona: “Se lo gana un equipo. Somos varias investigadoras, porque en general somos casi puras mujeres, pero estamos muy contentas porque sentimos que los investigadores de la Universidad de Chile tenemos una responsabilidad de generar información que sea relevante, especialmente para las poblaciones vulnerables en estos tiempos de crisis, de emergencia. Creemos que podemos contribuir en esa tarea y estamos súper contentas de que la ANID haya confiado en nosotros”.

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