A nivel global, según el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, se estima que solo 50 países del mundo se consideran seguros para consumir agua de la llave y Chile es uno de ellos. Pese a esa posición privilegiada, la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017, muestra que solo un 27,8% de la población chilena consume la cantidad recomendada de seis a ocho vasos diarios de agua.
Esta realidad, en el caso de los y las escolares chilenos, podría ser incluso más preocupante, de acuerdo a un estudio del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile. A través del programa Envejecimiento Activo y Saludable de la U. de Chile, esta unidad académica fue invitada al liceo Bicentenario Insular de Achao, en la provincia de Chiloé, para hacer un diagnóstico de la alimentación de sus estudiantes.
Entre sus resultados, encontraron que un 70% de las y los estudiantes de este establecimiento consume jugos con azúcar y un 30% consume de la variedad light o sin azúcar. Sin embargo, lo más preocupante es que un 37,2% también reconoció consumir bebidas energéticas algunos días a la semana. Así lo señaló Nelly Bustos, académica y directora de Extensión del INTA, quien advierte al respecto el profundo impacto que posee la publicidad en el consumo de niños.
“Gran parte de las marcas de bebidas energéticas se asocian a actividades deportivas e incluso son financiadores o patrocinadores de competencias deportivas. Entonces, lo que los niños hacen es asociar este tipo de productos con mayor energía. Yo creo que con eso hay que ser un poco cuidadoso y también es un desafío para el Estado de cómo se van a regular de ahora en adelante las bebidas energéticas, porque al no estar con sellos, ya que muchas de ellas vienen con edulcorantes, pueden perfectamente ser vendidas en los quioscos escolares”, analiza la nutricionista.
Si bien este estudio fue de carácter específico, sus resultados en aspectos como alimentación e índices de obesidad coinciden con los entregado por la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB) en 2022. De hecho, como señala la profesora Bustos, estos evidencian un aumento. “Nos dio un 32,1% de obesidad y un 25,5% de sobrepeso. Si sumo yo veo un 57,6%, lo que es mucho más que los datos que ha recolectado al año 2022 JUNAEB (…) Imagínate que nuestros datos son más específicos y dio más que lo que encontró JUNAEB”, destaca la académica del INTA de la U. de Chile.
La gravedad de este problema es reconocida desde el mismo establecimiento educacional. Sobre el consumo de bebidas energéticas y azucaradas, Osvaldo Ruiz, director del Liceo Bicentenario de Achao, reconoció que los colegios indirectamente han contribuido a este fenómeno, ya que muchas instituciones solo dan acceso al agua potable a través de los baños. “La única forma que tienen ellos de acceder al agua es cuando van al baño y ahí cada uno solo puede tomar un par de sorbos de agua, no es algo sistemático. Luego, los chicos toman muy poca agua y también hemos visto muchos chicos con bebidas isotónicas o hidratantes, y de repente hay que mirarlos bien” explica el docente Ruiz.
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