Prof. Carol San Martín, bióloga, doctora en Ciencias Biomédicas y académica del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile
Más de 50 millones de personas en el mundo vivían con demencia en 2021, siendo la edad el principal factor de riesgo para su desarrollo. La enfermedad de Alzheimer es la causa más frecuente de demencia, caracterizada por una disfunción cognitiva que afecta la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Esta enfermedad contribuye considerablemente a la carga de años de vida perdidos por discapacidad y pérdida de autonomía en las personas mayores, y por ello cada 21 de septiembre se conmemora el Día del Alzheimer para generar conciencia sobre su impacto.
Si bien el principal factor de riesgo para desarrollar la enfermedad de Alzheimer es la edad, se han identificado 12 factores de riesgo modificables que han demostrado tener incidencia en su desarrollo, lo que abre una ventana de oportunidades en la prevención. Estos 12 factores de riesgo son:
- Menor nivel educativo
- Pérdida auditiva
- Hipertensión
- Obesidad
- Tabaquismo
- Depresión
- Aislamiento social
- Inactividad física
- Diabetes
- Consumo excesivo de alcohol
- Contaminación del aire
- Lesión cerebral traumática
Cada uno de estos factores de riesgo tiene un peso diferente dependiendo del país, ya que se consideran factores socioeconómicos y socioambientales.
Un estudio publicado en el año 2024 donde se evaluaron estos factores de riesgo modificables en toda Latinoamérica estimó que en el caso particular de Chile un 61,8 % de los casos de Alzheimer pueden ser prevenidos si se modifican estos factores de riesgo. Este valor fue el más alto entre los países latinoamericanos. Este estudio demostró que los factores de riesgo modificables más relevantes para el desarrollo de demencia en nuestro país son la hipertensión arterial, la obesidad y la inactividad física.
El hecho de que más del 61,8% de los casos de demencia puedan atribuirse a factores modificables sugiere que en Chile hay un gran potencial para la prevención mediante políticas públicas y programas de salud que apunten a estos factores de riesgo. En particular, intervenciones que reduzcan la obesidad, fomenten la actividad física y mejoren la alimentación pueden tener un impacto significativo en disminuir la carga de demencia.
También implica que, además de los cuidados clínicos para quienes ya tienen demencia, invertir en estilos de vida saludables y condiciones sociales y ambientales puede traer beneficios sustanciales a largo plazo.
Demencia y mujeres
Adicional a lo mencionado anteriormente, existen factores de riesgo que no son posibles de modificar y que tienen un papel fundamental en el desarrollo de las demencias. Estos son la edad y el sexo.
Ser mujer es el segundo factor de riesgo más importante para la enfermedad de Alzheimer, después de la edad. Las mujeres superan a los hombres en una proporción aproximada de 2:1 en la población con Alzheimer. El riesgo estimado de por vida de desarrollar Alzheimer para una mujer es de 1 en 5, el doble que el de un hombre de la misma edad (1 en 10).
Si bien las causas de esta diferencia no son completamente conocidas debido a que pocos estudios se han enfocado en la influencia del género en el desarrollo de enfermedad de Alzheimer, se estima que se deben a diferencias biológicas, genéticas, o incluso por circunstancias sociales vinculadas al género, como el nivel educativo, ocupación durante la etapa laboral y la mayor longevidad de las mujeres.
Con respecto a las diferencias biológicas, la teoría que tiene mayor fundamento hasta el momento tiene relación con los ciclos hormonales femeninos. Los estrógenos, hormonas sexuales femeninas que juegan un papel clave en el desarrollo y mantenimiento de las características sexuales femeninas y en la regulación del ciclo menstrual, tienen un rol protector en órganos como el cerebro y el corazón. Con la menopausia los niveles de estrógeno disminuyen drásticamente. Esta teoría sostiene que la disminución estrogénica afecta las funciones neuronales haciéndolo más proclive al desarrollo de patologías como la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, aún es necesario mayor investigación para poder entender este fenómeno. Estas brechas resaltan la necesidad de una comprensión más profunda de los mecanismos del Alzheimer vinculados a la biología específica del sexo.
Por otra parte, resulta imperante poder potenciar estilos de vida más saludables que apunten a modificar factores de riesgos modificables, como la obesidad y la presión arterial elevada, principalmente en mujeres, considerando que tienen una mayor esperanza de vida y una mayor probabilidad de desarrollar Alzheimer.
Referencias
- Lancet Glob Health. 2024 Oct;12(10):e1600-e1610. doi: 10.1016/S2214-109X(24)00275-4.
- Nat Med. 2025.31, 704–707 https://doi.org/10.1038/s41591-025-03564-3
- Lancet. 2020 Aug 8;396(10248):413-446. doi: 10.1016/S0140-6736(20)30367-6.